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I CHING

I CHING EL LIBRO DE LAS MUTACIONES

ORACULO

Según El Libro de las Mutaciones de Wilhelm:

61. Chung Fu / La Verdad Interior

Arriba Sun, Lo Suave, el viento, la madera

Abajo Tui, Lo Sereno, el lago

Por sobre el lago sopla el viento y remueve la superficie del agua. Así se manifiestan efectos visibles de lo invisible. El signo se compone de trazos firmes arriba y abajo, mientras que el centro se halla abierto. Esto señala que el corazón está libre de prejuicios, de modo que está capacitado para acoger la verdad. En cambio, los dos signos parciales (trigramas) contienen en su centro sendos trazos firmes. Esto indica el vigor de la verdad interior manifiesto en sus efectos.

Las cualidades de los signos parciales Son: arriba suavidad, transigencia frente a los inferiores, abajo aceptación regocijada de la obediencia para con los superiores.

Tales condiciones crean la base de una confianza mutua que posibilita los éxitos.

El carácter (ideograma) para Fu (Verdad) presenta en realidad la imagen de una pata de pájaro sobre un pichón. Contiene la idea del empollar. El huevo es hueco. Es preciso que la fuerza de lo luminoso actúe en forma vivificante desde afuera. No obstante, en lo interior ya ha de existir un germen de vida, para que la vida pueda ser despertada. Especulaciones de vasto alcance pueden asociarse con estas ideas.

EL DICTAMEN

Los cerdos y los peces son los animales menos espirituales y por lo tanto los más difíciles de ser influidos. Es preciso que el poder de la verdad interior haya alcanzado un alto grado antes de que su influjo alcance también a semejantes seres.

Cuando uno se halla frente a personas tan indómitas y tan difíciles de ser influidas, todo el secreto del éxito consiste en encontrar el camino adecuado para dar con el acceso a su ánimo.

En primer lugar, interiormente hay que liberarse por completo de los propios prejuicios. Se debe permitir, por así decirlo, que la psiquis del otro actúe sobre uno con toda naturalidad; entonces uno se le acercará íntimamente, lo comprenderá y adquirirá poder sobre él, de modo que la fuerza de la propia personalidad llegará a cobrar influencia sobre el otro a través de esa pequeña puerta abierta.

Cuando luego ya no haya obstáculos insuperables de ninguna clase, podrán emprenderse aun las cosas más riesgosas —como la travesía del agua grande— y se obtendrá éxito. Pero es importante comprender en qué se funda la fuerza de la verdad interior. Ésta no se identifica con una simple intimidad o con una solidaridad clandestina. Vínculos íntimos también pueden darse entre bandidos.

También en este caso significa, por cierto, una fuerza. Pero no es una fuerza venturosa puesto que no es invencible. Toda asociación basada en intereses comunes sólo puede llegar hasta un punto determinado. Donde cesa la comunidad de intereses, también termina la solidaridad, y la amistad más íntima se transforma a menudo en odio.

Tan sólo allí donde lo recto, la constancia, constituye el fundamento, la unión seguirá siendo tan sólida que triunfará de todo.

LA IMAGEN

El viento mueve el agua porque es capaz de penetrar en sus Intersticios. Así el noble, cuando debe juzgar faltas cometidas por los hombres, trata de penetrar en su fuero interno con gran comprensión para formarse un concepto caritativo de las circunstancias. Toda la antigua jurisprudencia de los chinos tenia por guía esa idea.

La más elevada comprensión, que sabe perdonar, se consideraba como la más alta justicia. Semejante procedimiento judicial no carecía de éxito; pues se procuraba que la impresión moral fuese tan fuerte como para no dar motivos de temer abusos como consecuencia de tal lenidad.

Pues ésta no era fruto de la flaqueza, sino de una claridad superior.

LAS DIFERENTES LÍNEAS

Lo principal para el ejercicio de la fuerza de la verdad interior consiste en hallarse uno en sí mismo firme y dispuesto. De tal actitud interior emergerá la conducta correcta frente al mundo externo.

Si, en cambio, se pretendiera cultivar relaciones secretas de índole particular, sería motivo de verse uno privado de su independencia interior y cuanto más seguro se sintiera en la convicción de hallar en otros su respaldo, tanto más se hundiría en la inquietud y la preocupación de saber si tales uniones secretas son realmente consistentes.

Con lo cual perdería la paz interior y la fuerza de la verdad interior.

Se trata aquí del influjo involuntario que la naturaleza interior ejerce sobre personas anímicamente afines. No es necesario que la grulla aparezca mostrándose sobre una alta colina. Aun oyendo su llamado desde lo más oculto, el pichón percibe su voz, la reconoce y le da respuesta. Donde reina un ánimo alegre, también aparece un compañero para compartir con uno una copa de vino.

Así se manifiesta el eco que la simpatía despierta en los hombres. Allí donde una disposición anímica, un sentimiento, se anuncia con verdad y pureza, donde un acto es clara expresión de la actitud interior, tales manifestaciones actúan misteriosamente y a distancia, en primer término sobre quienes se hallan interiormente receptivos. Pero tales círculos van ampliándose.

La raíz de todo influjo reside en el propio interior. Cuando el interior se expresa con plena verdad y vigor, tanto en las palabras como en los actos, es grande el influjo.

Ese influjo es, pues, sólo la imagen refleja de aquello que surge del propio pecho. Así toda intención de ejercer un influjo sólo destruiría ese mismo influjo.

Kung Tse dice al respecto: “El noble permanece en su cuarto. Cuando expresa bien sus palabras, encuentra aprobación a una distancia de más de mil millas.

¡Cuánto más aún en la cercanía! Si el noble permanece en su cuarto y no expresa bien sus palabras, encuentra oposición a una distancia de mil millas. ¡Cuánto más aún en la cercanía!

Las palabras parten de la propia persona y actúan sobre las gentes. Las obras se generan en la cercanía y son visibles desde lejos. Palabras y obras son los goznes de la puerta del noble, son el resorte de su arcabuz. Al moverse estos goznes y este resorte, acarrean ya honor, ya vergüenza. Mediante sus palabras y sus obras el noble mueve cielo y tierra. ¿No hay que ser cauteloso entonces?”

Aquí la fuente de energía no se halla en el propio yo, sino en la relación con otros. Por grande que sea la intimidad que uno tenga con otros hombres, si nuestro centro de gravedad descansa en ellos, no podremos evitar vernos ora invadidos por la alegría, ora sumidos en la aflicción. Saltar de alegría hasta el cielo, apesadumbrarse hasta sentir la muerte, he ahí el destino de quienes dependen de la concordancia interior con otros seres a los que aman. Aquí sólo se enuncia esta ley; se afirma que es así. El que este estado sea sentido como penoso o como una dicha suprema de amor, es algo que queda librado al juicio subjetivo del afectado.

A fin de acrecentar la fuerza de la verdad interior, es necesario dirigirse hacia lo superior, hacia aquello de lo cual pueda obtenerse iluminación como la que recibe la luna del sol. Para ello, sin embargo, hace falta una cierta humildad, tal como la posee la luna no del todo llena.

Cuando la luna se enfrenta directamente con el sol como luna llena, comienza inmediatamente a menguar. Si bien, por una parte, hay que sentir ve neración y humildad ante la fuente de iluminación espiritual, por otra parte es preciso renunciar a partidismos humanos.

Únicamente cuando uno avanza por su camino como un caballo que corre derecho hacia adelante sin mirar de soslayo hacia su compañero apareado, se conserva la libertad interior que hace avanzar.

Se alude aquí al soberano que, en virtud de la fuerza de su naturaleza, lo mantiene todo unido.

Únicamente cuando su fortaleza de carácter es tan abarcadora que puede ejercer su influjo en todos los que forman parte de su dominio, él será tal como debe ser.

Del soberano debe emanar una fuerza de sugestión. Ésta anudará y unirá firmemente a todos los suyos. Sin esta fuerza central toda unificación exterior es tan sólo una falacia que se derrumbará en el momento decisivo.

En el gallo se puede confiar. Llama cuando clarea la mañana. Pero él mismo no puede volar hacia el cielo. Sólo hace oír su quebrada voz. Así se pretende infundir fe con meras palabras. Tal cosa ocasionalmente se logra, sin duda. Pero cuando se persiste en esta actitud, las consecuencias serán malas.

Texto del FORO de : www.e-ching.com



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