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Mitologí�a
Sol
El Sol ha sido
adorado en todas las antiguas civilizaciones y venerado como fuente de vida, conciencia y
espiritualidad. El conduce el carro del Sol, que se toma muchas veces por el mismo
astro-solar en su recorrido diario.
Fue llamado Ra en
el Egipto, en Grecia fue Helios y en Roma Apolo.
Apolo es hijo de
Zeus y de Latona. Es dios de la belleza masculina, de las estaciones y de la creatividad.
Vencedor de los Juegos Olímpicos. Simboliza al arquetipo superior de hombre.
Su madre tuvo
dificultades para darle a luz, pues todas las ciudades temían recibir a tan poderoso dios
al nacer, pues el oráculo decía que iba a ser muy presuntuoso y poderoso. Aquí vemos el
símbolo de que no todos los pueblos están dispuestos a vivir de acuerdo a la verdad
solar.
La isla de Delos
accedió por fin a recibirle, pero sólo a condición de que en esa tierra Apolo levantara
un poderoso templo para un oráculo.
Apolo nació
mientras los cisnes daban siete vueltas a Delos y cantaban. El cisne en la simbología es
el representante de la serenidad, la paz y la belleza espiritual. Luego fue alimentado con
néctar y ambrosía.
Al poco de nacer,
mató al dragón serpiente Pitón, símbolo de la obscuridad del invierno.
Rechazado por la
diosa Hestia, Apolo no se desposó nunca, pero tuvo numerosas uniones con mortales y una
numerosísima posteridad.
Lo curioso es que
Apolo tenía un bello cuerpo, juventud y una voz encantadora.
Pero, a pesar de todo ello,
fue rechazado también por Dafne que, para no ser poseída por él, se convirtió en
laurel.
Esto había sucedido porque Apolo, enorgullecido por su victoria sobre la
serpiente Pitón, se atrevió a desafiar al dios Amor y a sus dardos. El hijo de Venus
sacó de su carcaj la flecha del amor, con punta de oro y la del odio y el desdén, con
punta de plomo.
Cupido o Amor
dirigió la primera contra Apolo y disparó la segunda a Dafne. Apolo adoptó aquel laurel
y se lo puso de corona. Aquí está simbolizado el hecho de que el ser solar está
predispuesto a desengaños amorosos por su nobleza y amplitud de alma, o bien, por su
altanería y orgullo.
Otras desgracias
le esperaban aún al dios solar. Presenció la muerte de su hijo Esculapio, famoso médico
a quien Júpiter aniquiló con sus rayos, castigándole por haber resucitado a Hipólito.
Apolo, que no se atrevía a tomar venganza en Júpiter, dio muerte a los Cíclopes, los
cuales forjaban el rayo de Zeus; pero esto mereció un castigo, pues Apolo fue arrojado
del cielo y condenado a vagar errante un año sobre la tierra, sujeto a los mismos
infortunios que los mortales. Aquí vemos que aun la voluntad solar tiene que vivir las
experiencias terrestres duras, que son las que le desarrollarán la humildad.
Entonces él
buscó asilo junto a Admeto, rey de Tesalia y, convertido en un simple pastor, guardó
durante muchos años los rebaños de éste, simbolizando así la naturaleza y el amor a la
vida. El enseñó a los pastores a saborear las delicias de la existencia campestre, el
murmullo de los riachuelos, el silencio de las noches y el canto de los pájaros.
En otra ocasión
el sátiro Marsias, notable flautista, desafió a Apolo, pero este último superó al
primero con el maravilloso sonido de su flauta. Aquí, la crueldad de Apolo empañó su
gloria, pues luego de vencer a Marsias lo desolló vivo. En esto se representan las
cualidades solares maléficas de la altanería, la locura del poder y el despotismo.
Después de su
destierro, Apolo fue llamado de nuevo al Olimpo, aunque nunca dejó de darse unas
escapaditas para visitar a sus amigos mortales.
Faetón, hijo de
Apolo y Clímene, tuvo un día un altercado con un compañero suyo, quien le ofendió
diciendo que no era hijo del Sol. Faetón logró convencer a su padre para que le dejara
un solo día conducir el Carro del Sol para demostrar a su amigo quién era, a pesar de
que Apolo le aconsejó que no lo hiciera. Como Faetón se obstinaba cada vez más, Apolo
enganchó los cuatro corceles blancos al carro del Sol y orientó a su hijo: "en tu
vuelo no seas excesivamente tímido o demasiado audaz; evita llegar al cielo o descender
hasta la tierra; sigue un camino equidistante, el único que te conviene".
En este sabio
consejo obtenemos la enseñanza de que la energía solar de la conciencia-voluntad es
difícil de controlar pues, como en el filo de la espada, es fácil cortarse o caerse a
cualquiera de los dos lados.
En las inexpertas
manos de Faetón los impetuosos corceles corrían demasiado veloces en la bóveda azulada,
amenazando unas veces abrazar el cielo y, otras, secar el agua de los ríos. Entonces fue
cuando los etíopes tomaron el tinte negro que hoy conservan y los desiertos de Africa
perdieron su vegetación.
Júpiter,
alarmado, echó mano del rayo y mató a Faetón, quien cayó como un torbellino en el
Erídano. Sus hermanas, desesperadas, se convirtieron en álamos, mientras que su amigo
Cicno se transformó en cisne. Se ha de tener en cuenta que el Sol ama a sus hijos y sus
obras creativas y sufre por ellos.
Apolo, no sin
cierta reticencia, aceptó que las ceremonias del templo de Delfos fueran dedicadas no
sólo a él, sino también a Dionisios. Apolo representaba el espíritu de la luz,
mientras que Dionisios era la noche, el sueño y el misterio.
Se produjo una
cierta confusión entre ambos, hasta tal punto que en algunas estatuas del templo estaba
Apolo representado por delante y Dionisios por detrás. Por ello, Apolo dejó de ser
inaccesible e inmutable, a la vez que Dionisios no fue más sombrío y violento.
Realmente, las leyes de la vida no son buenas ni malas sino justas.
Se puede
interpretar al respecto también que en lo que a la conciencia humana se refiere, existe
un reverso obscuro o tenebroso, al cual se puede caer.
Para Plutarco
Apolo representa "lo que verdaderamente existe" y lo que se mantiene estable,
mientras que los otros dioses cambian. En el arquitrabe del Templo del dios había una E
(ei), que el filósofo interpretaba como "Tú eres".
En Delfos, desde
la primavera a otoño se hacía culto a Apolo, pero en los tres meses de invierno, cuando
él iba al país de los hiperbóreos, era reemplazado por Dionisios.
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