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HADAS

 

CUENTO DE HADAS

El hada, el niño y el Alazán

En una pequeña granja, donde criaban gallinas, patos, cerditos, y alguna vaca para ordeñar, feliz hacia su trabajo Gustavito ayudando a su padre con los animales. Era el unico hijo varón entre muchas hermanas mujeres.

Un día Gustavo tomo varias tablas. El padre le pregunto:

-¿Qué harás con esas maderas, hijo?

Gustavo le respondió:

-¡Un corral! ¡Algún día tendremos un lindo caballito! ¿Verdad, padre?

El le respondió dando un suspiro profundo:

-¡Quizás, quizás, Gustavo!

El hombre sabia que su muchachito soñaba con tener un caballo; pero las circunstancias economicas no le permitían cumplir el deseo de su hijo.

Gustavo se dirigió hacia donde estaba el anciano.

-¡Padre venga por favor! Hay un pobre anciano perdido buscando su caballo.

El padre sorprendido dijo:

-¡Vamos a ver quien es y si podemos ayudarlo!

Este contó pausadamente su historia y atentos lo escucha ron .

El padre de Gustavo dijo:

-¿Recuerda a donde esta su casa? ¡Yo lo llevare!

El anciano respondió:

-¡No lo se! He caminado tanto que parece que fue anoche cuando escuche el relincho fuerte de mi Alazán pidiendo ayuda, y con mis piernas viejas y cansadas no pude hacer nada.

Gustavo lleno de tristeza dijo:

-¡Alguna persona mala lo habrá llevado!

El padre convenció al anciano a quedarse en su hogar para que descansara.

Al llegar la noche, el niño acomodo al anciano en su cama y tomando una manta la coloco en el piso y se acostó mirándolo .

De pronto escucho a la hermana mayor, nuevamente contando a la más pequeña como hacia todas las noches, historias de hadas. Y dijo en voz baja:

-¡Si realmente existen, que algún hada me ayude a encontrar a Alazán! ¡Que lindo debe ser, así el anciano deja de sufrir!

Una noche acostado en su habitación, escucho la voz de su hermana mayor contando a las niñas mas pequeñas, los cuentos de, historias de ¡Hadas! ¡Gustavo no tenia tiempo para pensar en esas cosas, así que acomodándose hacia un costado de su cama dijo:

- ¿ Será cierto ? ¿ Existirán las Hadas ?

Con ese pensamiento se durmió .

Al día siguiente , mientras golpeaba las maderas con un pequeño martillo y algunos clavos , vio venir entre los maizales a un señor muy anciano, el que tenia sus cabellos blancos y paso lento.

Corriendo se dirigió hacia el y le dijo :

-¡Señor ! que le sucede ? ¡lo ayudo! Mientras los tomaba del brazo, y lo llevaba hasta un banco de troncos que tenían en la granja.

El anciano , entonces, le contó :

-¡He perdido a mi Alazán! ¡Mi noble Alazán! Lo he buscado días y noches, entre campos y granjas.

Gustavo ofreciéndole un vaso de agua fresca, y pregunto:

-¿Qué ha perdido? ¿Quien es Alazán señor?

-¡Es mi joven caballo! –Contesto el anciano- Su pelaje brilloso, - siguió- color marrón claro, su hocico blanco hasta sus orejas, y en tres de sus patas parece llevar medias blancas! El niño entristecido, al escucharlo pregunto:

-¡Desde cuando lo perdió! ¿Vive muy lejos de aquí?

-¡Yo no lo se! Estoy tan perdido como mi caballo.

-¡Quédese tranquilo! ¡Hablare con mi padre! - lo consoló el niño.

  • Corriendo se dirigió a su vivienda, entro y dijo:

    Al día siguiente el niño desayuno, recién asomaba el sol, ya que acostumbraba a levantarse muy temprano para hacer los labores de la granja.

    El anciano tomo un te caliente y se sentó en una silla junto al umbral de la puerta de la vivienda de Gustavo, tenia la mirada perdida; y de en tanto en tanto se le escuchaba gritar:

    -¡Alazán! ¡Alazán!

    El niño con un nudo en la garganta le dijo:

    -¡Yo deseo tener un caballo! Pero debe ser muy doloroso perderlo. Mucho más fuerte que el deseo de tener uno.

En anciano lo miro y dijo:

-¡Buen muchachito! ¡Ya tendrás uno! Tan obediente, entendido y hermoso como mi caballo Alazán.

El niño sonriendo dijo:

-¡Seguiré con mi trabajo!

Ya faltaba poco para terminar su corral, y sacaba medidas con maderas para terminar lo que seria la puerta del corral.

Cuando de pronto levanto la cabeza y miro más allá del maizal entre los árboles y exclamo :

-¡No puede ser!

Fijo sus ojos nuevamente al lugar y sintió que su cuerpo le temblaba, era una luz inmensa, parecía un espejo gigante, y el sol golpeando en él, haciendo destellos de fuego en su entorno. Se fue aproximando al lugar atraído por la luz, faltaban varios metros para llegar al lugar, y dijo:

-¡Si es un espejo gigante! Pero no puede ser, se refleja un caballo hermoso. ¿Será Alazán? (SE SUPONE QUE EL NIÑO NO LO CONOCIA AL CABALLO)

Camino más rápido y llego al lugar. Entre unos árboles, un espejo gigante y ovalado con lenguas de fuego que salían de sus bordes.

E n el centro se reflejaba Alazán, el caballo perdido del anciano. Lo reconoció por la descripción que le había dado. Miro por todos lados y dijo:

-¡Alazán! ¿Dónde estas? ¡Si te reflejas! ¿Estas por aquí? ¡Ven Alazán! ¡Caballito!

Pero el caballo no estaba por ningún lado.

Volvió hacia donde estaba el espejo y sentado frente a él, contemplando al hermoso caballo le dijo:

-¡Que hermoso que eres! Siempre soñé tener un caballo como tú. ¡Pero tienes dueño! ¡Tu amo esta sufriendo por ti!

Y de pronto vio sobre el lomo de Alazán una bellísima hada, sus cabellos eran del tono del cabello de Alazán; pero con más brillo, sus ojos verdes, y sus alas más grandes que su pequeñito cuerpo, doradas como los destellos de fuego que salían por los costados del espejo.

Gustavo sorprendido por lo que veía dijo:

-¡Eres un hada! Muchas noches oí de ti, que todas son buenas. Mi hermana cuenta historias a mis hermanas más pequeñas antes de dormir.

El hada lo escuchaba y acariciaba el pelaje de Alazán.

El niño pregunto:

- Por favor ¿puedes oírme ? El anciano necesita ayuda. ¡Necesita a su caballo!

El hada levanto su mirada hacia Gustavo y dijo:

-¡Si , te escucho ! ¿No es que tu me has llamado?

El niño lo había olvidado. En medio de sus ocupaciones y la angustia por el pobre viejito, no recordaba que la noche anterior había pedido un deseo.

-¡Si creo que si!

El hada dijo:

-¡Piensa Gustavo! ¡Concéntrate!

El niño cerro los ojos por unos segundos y dijo:

-¡Si! ¡Anoche antes de quedar dormido , p edí que algún hada me ayudara a encontrar al caballo.

El hada le pregunto:

-¿Porque deseas hacerlo tu?

-¡Para aliviar el sufrimiento del pobre anciano! ¡Esta tan triste! – Respondió el niño.

-¡Pero tu siempre has deseado tener un caballo y este es hermoso! ¡Joven como tú! ¿No querrías tenerlo?

Gustavo dando un suspiro le dijo:

-¡Si! ¡Pero no me pertenece! Y su amo lo esta buscando hace varios días, para mi en estos momentos es más importante calmar el dolor del anciano.

El hada salto del lomo y parada entre las dos orejas del caballo le dijo:

-¡Eres buen muchacho! ¡ Mas sabia tu respuesta!

Gustavo interrumpió y dijo:

-¡Me ayudaras! ¿Cómo lo sacare del espejo?

-¡Aproxímate pequeño bien cerca del espejo!, y no temas. ¡Pon tu mano sobre él!

Lo calmo el hada.

El niño obedeció.

Abriendo su mano y tocando el espejo, el hada apoyo la punta de su varita mágica sobre la manito de Gustavo, y el espejo desapareció.

Junto a él estaba ¡Alazán!

Y el hada seguía posada en la cabeza del caballo, sacudiendo sus alitas que destilaban luminosas chispitas doradas.

Gustavo acaricio el hocico del caballo y este lo empujo con su cabeza, haciéndole cosquillas en su pecho. El niño miro al hada y dijo:

-¿Dónde estuvo? ¡Perdido! ¿O alguna persona mala lo llevo de su hogar?

-¡Así fue! ¡Pero ya olvidemos eso! ¡Ahora te diré lo que haremos!

Gustavo escucho al hada muy atento y dijo:

-¿Solo yo te puedo ver y escuchar?

-¡Si Gustavo!

-¡Si te tomo con mis manos y te coloco en el bolsillo de mi camisa, ¿No te lastimare? ¡Eres tan pequeña!

El hada contesto:

-¡No mi niño! Hazlo y vamos. ¡Alazán esta nervioso y siente que su amo esta cerca!

Y Gustavo sin perder tiempo tomo al hadita y la coloco en un bolsillito de su camisa azul y de pronto miles de estrellitas salieron de su bolsillo. Gustavo, mirando con alegría pregunto:

-¿Estas bien hadita?

-¡Si pequeño! Monta el caballo y vamos a tu hogar.

Gustavo dijo:

-¡Me siento tan feliz! ¡Me imagino la alegría del anciano! ¡Y montare un caballo!

Pegando un salto sobre el lomo de Alazán tomo con sus manos las largas crines oscuras que salían desde el medio de su cabeza hasta antes de la mitad del lomo, y le espeto con cierta autoridad :

-¡Trota! ¡Vamos Alazán! ¡Tu sabes donde esta tu amo! ¡Esta en mi casa!

Repentinamente , el caballo inclino hacia arriba sus patas delanteras y dando un relincho fuerte como respondiendo al niño, salió como una ráfaga .

El viejito seguía sentado donde lo había visto Gustavo por última vez.

Ya estaban cerca del maizal de su casa, Gustavo miro al anciano y dijo acariciando al caballo:

-¡Mira allí esta tu amo !.

El caballo acelerando su marcha se dirigió hacia él.

El anciano miro, se incorporo, y alegre, exclamo:

-¡Mi leal amigo! ¡Has vuelto conmigo Alazán! (nombre que se le da a los caballos según su color de pelaje)

Luego salió el padre de Gustavo de la casa y dando un grito dijo:

-¡Hijo pero que sorpresa! ¡Has encontrado al caballo del señor! ¿Dónde estaba?

Gustavo de pie junto al caballo contesto:

-¡Por allá, a lo lejos! Entre aquellos árboles que apenas se divisan.

El anciano algo extrañado, le pregunto :

-¿Cómo has podido verlo o escuchado?

El padre también pregunto:

-¡Si es cierto! ¡Ese lugar esta muy lejos! ¿Cómo sabias que allí estaba ?

Gustavo mirando su bolsillo que allí estaba sentadita el hada y recordando lo que habían acordado respondió:

-¡No lo se! ¡ Fue como un presentimiento de que debía ir a ese lugar! Perdone padre por no avisarle.

El padre lo abrazo fuerte y dijo:

-¡Estoy muy contento! ¡Has hecho una buena acción!

El anciano acariciaba a su Alazán y dijo:

-¡Gracias pequeño! ¡Parece el destino que tenia que llegar a este lugar! Para dejar de caminar buscando a mi joven amigo Alazán. El niño le dijo:

-¡Ya se puede ir tranquilo a su hogar! Su familia, hijos y nietos deben estar muy preocupados por usted.

  • El anciano respondió:

    -¡Solo me espera mi esposa que es tan anciana como yo! No tenemos hijos.

    Su mirada se entristeció por unos minutos y luego dijo:

    -¡Bueno es hora de ir a casa! ¡Estoy cansado!

    Dando las gracias al padre de Gustavo por su amabilidad estrecho su mano con la de él.

    Miro al muchachito y le dijo:

    -¡Te debo mucho! Este caballo es muy importante para mí. Pero me hubiera gustado tener un hijo como tú.

El niño con los ojos llenos de lágrimas por la emoción le respondió:

-¡Valla tranquilo! ¡El caballo sabe el camino a su casa! ¡Cuídelo! Es muy hermoso.

El anciano subió a su caballo, el animal doblo un poco sus patas delanteras agachándose para que su dueño pudiera subir, el animal, como todos ellos, ya sabia que su amo tenia las piernas con pocas fuerzas. Y saludando se dirigió a su hogar.

Cabalgaba con un trote suave, el animal era muy inteligente. Después de un rato, Gustavo se dirigió hacia el corral mirando todos los animalitos de la granja, respiro profundo; en su mente solo tenia la imagen del caballo y el viejito. Cuando de pronto sintió una voz suave que dijo:

-¡Gustavo! ¡Gustavo! ¡Aun estoy aquí!

Y mirando su camisa saco al hadita de ella , suavemente de su bolsillo , y dijo:

-¡Discúlpame mi hada! ¡Casi te olvido!

El hada sacudiendo sus alitas que largaban un montón de estrellitas doradas respondió:

-¿Te habías olvidado de mi?

Gustavo le dijo:

-¡No! Lo que sucede es que me quede pensando en Alazán, y tú mi hada tienes todo el crédito, gracias a ti que trajiste al caballo. ¡Todos estamos felices!

El hada contesto:

-¡Estoy porque tu me llamaste! Los caballos siempre son protegidos por las haditas.

Y el niño azorado pregunto:

-¿Es así? ¿Tienen sus propias hadas que lo protegen?

El hada, sabiamente le explico :

-¡Claro Gustavo! En nuestro mundo esta lleno de caballos hermosos, de todos los colores y las razas.

El niño con mirada soñadora , exclamo :

-¡Que bello debe ser! ¡Ya me imagino!

-¡Bueno pequeño debo irme!- dijo el hada- Pero tú en este día tendrás una sorpresa. Tienes un corazón muy noble. ¡Como Alazán!

Y volando con sus alitas doradas y su cabello largo color del fuego, saludo a Gustavo haciendo en el aire círculos pequeños de estrellitas con su varita .

Al llegar la noche el anciano ya estaba en su hogar y parado junto al caballo, y mientras peinaba su pelaje recordó a Gustavo.

Hablaba con su fiel animal :

-¡Mi Alazán! Me has dado tantas satisfacciones y alegrías. ¡Mi querido amigo! ¡Eres fuerte, noble, inteligente y muy joven!

El caballo sacudió sus orejas como entendiendo.

  • El anciano continúo:

    -¡Estoy muy viejo! Y pronto partiré. ¿Quién cuidara de ti? Ya se! ¡Ese jovencito! ¡Gustavo! Te trajo a mí, algún día será un gran hombre; mi corazón me dice que cuidara bien de ti y serán grandes amigos.

    El caballo relinchaba despacio, moviendo su cabeza pareciendo responderle. El anciano entro a su cabaña, tomo un trozo de papel y un lápiz, comenzó a escribir con su mano arrugada y temblorosa, por los años.

Puso el papel en la montura del animal y le dijo:

-¡Vete! ¡Vete! Alazán anda y busca al niño, ¡Gustavo! Será tu nuevo dueño ¡Anda y corre como el viento!

El caballo inclino una de sus patas delanteras, agachando su cabeza ante su viejo dueño dio un relincho de alegría y salió a galope .

Gustavo estaba por acostarse a descansar, cuando le pareció escuchar un relincho.

Salió rápidamente afuera, parado allí estaba Alazán.

El niño dio un salto de la alegría, llamando a su padre mientras abrazaba el animal:

-¡Has vuelto! ¿Te volviste a escapar? El caballo señalaba su montura sin dejar de levantar polvo en la tierra raspando sobre ella con sus patas delanteras.

El padre asombrado dijo:

¡Tiene una carta en su montura! El niño, junto a su padre leyeron las palabras escritas por el anciano. ¡Era su decisión! ¡Le había regalado al niño su caballo! Gustavo sentía dentro de su corazón una mezcla de tristeza y felicidad a la vez. Abrazo al animal con fuerza, derramando una lágrima le dijo:

-¡Siempre te cuidare! ¡Juntos recorreremos los campos! ¡Creceré junto a ti!

El padre de Gustavo estaba muy conmovido por la situación y agradecido, sabia lo mucho que su hijo anhelaba tener un caballo. Y le dijo:

-¡Bueno mi pequeño hombrecito! Sácale la montura y déjalo en el corral que has terminado. ¡Mira el regalo que te ha hecho ese buen hombre!

El niño contesto:

-¡Si, padre! tengo lo que siempre soñé! ¡Lo cuidare mucho, mucho!

El hombre entro a la vivienda a darles la noticia al resto de la familia.

Gustavo se dirigió al corral junto a su caballo. Cuando vio sobre una rosa roja, que estaba cerca del corral al ¡Hada! Brillaba como un diamante. Sonriendo miro al niño y dijo:

-¡Te dije que tendrías una sorpresa! El niño contesto:

-¡Si! Pero nunca me imagine que seria Alazán mi regalo. El hada contesto:

-¡Tu te lo has ganado por ser un niño con buenos sentimientos! ¡Cuídalo mucho, porque este Alazán siempre cuidara de ti! El hada flotando en el aire agitando sus alitas, señalo con su varita mágica hacia el cielo estrellado y dijo:

-¡Ya es hora de irme! Pero antes te mostrare algo! E inesperadamente, el niño vio caer una ráfaga enorme con miles de estrellas.

Apareció un caballo alado…!!

PEGASO

Gustavo tomando fuerte a su caballo de sus crines dijo:

-¡Que hermosura! Pero tiene alas como tu. Y es tan blanco como el algodón.

El hada con una mirada llena de ternura le respondió:

-Este es uno de los cientos de caballos que tenemos en nuestro mundo. ¡Los hay de todos los colores! Y tamaños, sus alas pueden llevarnos por todo el mundo. Se llaman pegasos .

Gustavo lleno de asombro contesto:

-¡Es muy bello! Ya partirás, pero antes quisiera hacerte una pregunta:

-¿El anciano no extrañara a su Alazán?

El hada volando sobre el lomo de su hermoso caballo blanco respondió:

-¡El anciano y yo siempre lo estaremos viendo donde quiera que estemos! ¡Quédate tranquilo, el hombre esta feliz como tu lo estas con tu caballo!

El niño saludo al hada mientras la veía partir volando junto a su caballo de enormes alas dejando un camino de miles de luces de colores que juntos formaban a la vez agitando sus alas.

Gustavo grito y dijo:

-¡Gracias hadita! Y dale mi agradecimiento al anciano .

El hada riendo le respondió :

-¡Así lo haré pequeño! ¡Adiós! ¡Adiós! Disfruta y cuida tu regalo… cuida a tu Alazán…

FIN!!

Cuento de Norma Beatriz Correa


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