Mesmer, Franz Anton

Mesmer, hijo de un guardabosque del príncipe obispo de Constanza, nació en Iznang sobre la orilla norte del lago de Constanza, en mayo de 1734.

El cura de la aldea logró que ingresara en el colegio de los jesuitas de la ciudad, de donde partió para la Universidad de Ingolstadt, con objeto de estudiar teología.

En 1759 se encontraba en Viena, donde hizo estudios de medicina que terminó en 1766 con una tesis especialmente oscura: Dissertatio physico-medica de planetarum influía.

Poco después de su matrimonio con Anna von Porsch, viuda nada joven pero rica, heredera de un consejero de la corte, le dio el desahogo económico y una propiedad suntuosa en la que abundaron las recepciones mundanas (en casa de Mesmer, recordémoslo, se presentó por primera vez, en 1768, la ópera del jovencísimo Mozart, Bastian y Bastiana). Hacia 1774, inspirado por las teorías del padre jesuita Maximilian Hell, director del Observatorio de Viena, se dio a la tarea de provocar con imanes una "marea artificial" saludable en una de sus pacientes, Franzel (Esterlin, pero no tardó en sustituirse ese magnetismo "mineral" por la teoría más global del "magnetismo animal": el universo estaba lleno de un fluido sutil (evocado ya en su tesis), intermedio entre el hombre y el cosmos; la mala distribución de este fluido es la culpable de la enfermedad y el arte del terapeuta consistía en canalizarlo para llegar a la curación provocando "crisis".

En 1717, el escándalo provocado por la familia de una joven paciente de 18 años, clavecinista ciega y son duda histérica, María Teresa Paradles, lo obligó a dejar Viena y se fue a París, a donde llegó en febrero de 1778 y en donde encontró inmediatamente una atmósfera receptiva.

Se asoció con Charles Deslon, médico del conde de Artigáis, hermano del rey, de quien esperaba recibir apoyo en la corte y en las sociedades científicas, y comenzó, "por complacencia", tratando a las mundanas menopáusicas en el ambiente musical y tapizado de las habitaciones privadas de su hotel de la plaza Vendome.

La clientela se amplió, consiguió un "ayudante tocador", utilizó cuatro "artesillas" especie de grandes botellas de Leyden para concentrar el fluido—, una de las cuales quedaba reservada a los pobres, para los cuales magnetizó por añadidura un árbol en la calle de Bondy (lo recordaría su discípulo A. M. J. de Puységur.).

Con ayuda de un jurista, Bergasse, y de un financiero, Kornmann, creó en octubre de 1783 una "Sociedad de Harmonia" que, con el sello del secreto y mediante dinero, revelaba a sus accionistas el secreto del magnetismo, con lo que reunió 340 000 libras en un año.

Sin embargo, comenzó a organizarse la hostilidad contra Mesmer. En 1784, Luis XVI nombró dos comisiones de averiguación, que reunieron, por una parte, a miembros de la Real Sociedad de Medicina y, por la otra, a miembros de la Facultad de Medicina y de la Academia de Ciencias, entre los cuales figuraron el astrónomo Bailly, Benjamín Franklin, Gulllotin, De Jussieu y Lavaisier, para establecer la existencia del fluido mencionado por Mesmer.

Las conclusiones del informe fueron catastróficas—excepción hecha de las de De Jussieu—: el fluido magnético animal no existía, los efectos observados "pertenecen al tocamiento, a la imaginaci6n puesta en acción".

Así terminó la carrera de Mesmer.

A comienzos de 1785 se fue de Francia, y residió al parecer en Suiza, en Alemania y en Austria, de donde lo expulsaron en 1793 como sospechoso político. Adquirió entonces la nacionalidad suizo, se instaló en Frauenfeld en el cant6n de Turgovia, después regresó en 1813 a Meersburg, en la ribera alemana del lago de Constanza, donde murió el 5 de marzo de 1815, a unas cuantas leguas de su pueblo natal.

M�s opiniones sobre Mesmer

"Creo necesario hablar también aquí del magnetismo animal, como es nombrado, o más bien Mesmerismo (como debería llamarse por consideración a Mesmer su fundador) que difiere mucho por su naturaleza de todos los otros agentes terapéuticos.

Esta fuerza curativa con frecuencia negada y desdeñada tan estúpidamente por una centuria, obra de diferentes maneras.

Es un don maravilloso e inapreciable concedido por Dios al género humano por cuyo medio la voluntad enérgica de una persona bien intencionada ejerciéndose sobre un enfermo por contacto o sin él y aún a cierta distancia, puede transmitir dinámicamente a otra persona, la energía vital del¡ magnetizador dotado de este poder (de la misma manera que uno de los polos de una varilla imantada lo hace sobre una barra de acero).

Obra en parte restituyendo al organismo del enfermo su fuerza vital que es deficiente en algún punto-, en parte también, en lugares en que la fuerza vital está acumulada en exceso y provoca desórdenes nerviosos, la separa, la disminuye y la distribuye uniformemente.

Extingue en general el estado morboso del principio vital del paciente, y sustituye en su lugar la fuerza poderosa normal del rnagnetizador, como en los casos de curación de úlceras antiguas, amaurosis, parálisis parcial, etc. A esta clase pertenecen muchas de esas curaciones rápidas y evidentes realizadas por magnetizadores dotados de gran poder natural.

El efecto más brillante de la transmisión del poder humano a todo el organismo, se ve en los casos de resurrección de personas que han permanecido algún tiempo en un estado de muerte aparente, por la voluntad muy poderosa y afín de un hombre de gran energía vital ( especialmente una de tales personas, de las que no hay muchas, quien, además de una gran bondad y poder físico perfecto, no posea sino un deseo muy moderado por las relaciones sexuales, por consiguiente no le ocasionará gran molestia suprimirlas por completo; de manera que todo el fluído vital más delicado que debería emplearse en la preparación del semen, está listo para ser transmitido a otros por contacto y por deseo poderoso de la voluntad. Algunos magnetizadores de gran poder a quienes he conocido, todos tenían este carácter peculiar). De esta clase de resurrecciones la historia refiere muchos ejemplos innegables.

El magnetizador de uno u otro sexo, capaz al mismo tiempo de un entusiasmo bondadoso (aunque degenere en intolerancia, fanatismo, misticismo o sueños filantrópicos), podrá, a veces, realizar milagros aparentes, si estuviese en absoluto dotado de fuerza suficiente para el cumplimiento abnegado y filantrópico de dirigir y al mismo tiempo de concentrar el poder de su voluntad imperativa sobre el sujeto que necesita su ayuda".

"Todos los métodos mencionados anteriormente de practicar el mesmerismo, se fundan en el aflujo de una mayor o menor cantidad de fuerza vital al cuerpo del enfermo, de aquí que se le llame mesmerismo positivo ( Tratando aquí de la virtud curativa, cierta y decidida del mesmerismo positivo, no hablo del abuso que tan comúnmente se hace, cuando repitiendo estos pases por espacio de media hora, una hora y aun día tras día, se produce en sujetos cuyos nervios son débiles, este enorme trastorno de toda la economía humana que se llama sonambulismo, estado en que el hombre, sustraido al mundo de los sentidos, parece pertenecer más al de los espíritus, estado contrario al de la naturaleza y extremadamente peligroso, por medio del cual más de una vez se ha intentado curar las enfermedades crónicas).

Existe no obstante otro modo de emplear el mesmerismo que produce precisamente el efecto contrario y por eso merece el nombre de negativo. A este pertenecen los pases que se usan para despertar de un sueño sonambúlico y también todas las operaciones manuales conocidas con los nombres de calmar y ventilar.

La manera más segura y sencilla de efectuar esta descarga por medio del mesmerismo negativo, de la fuerza vital acumulada con exceso en una parte del cuerpo de una persona no debilitada, consiste en un movimiento muy rápido de la mano extendida, mantenida paralela y a una pulgada del cuerpo, desde el vértice de la cabeza hasta la extremidad de los pies (es una regla suficientemente conocida que la persona que se quiere magnetizar positiva o negativamente, no debe usar seda en ninguna parte del cuerpo). Cuanto más rápido es este pase, tanto más fuerte es la descarga que produce.

Así, por ejemplo, en el caso de que una mujer antes sana ( Por consiguiente un pase negativo, sobre todo si es muy rápido, es muy perjudicial a una persona delicada atacada de una enfermedad crónica y deficiente en fuerza vital), por la supresión repentina de sus reglas por una conmoción mental violenta, caiga en un estado de muerte aparente, puede ser descargada de la fuerza vital que está probablemente acumulada en la región precordial, por medio de un pase rápido negativo que restablecerá el equilibrio en todo el organismo, de manera que la resurrección por lo general se presenta en seguida (Un joven aldeano fuerte, de diez años, con motivo de una ligera indisposición, recibió de un profesional magnetizadora varios pares muy fuertes con la extremidad de ambos pulgares desde el epigastrio hacia el borde inferior de las costillas, y al momento se puso mortalmente pálido y cayó en un estado de inconsciencia e inmovilidad que todo esfuerzo fue vano para despertarle y se le consideró como muerto. Hice que su hermano mayor le diese un pase negativo muy ligero desde el vértice de la cabeza hasta los pies, y en un instante recobró la conciencia volviendo a estar vigoroso y bien). De la misma manera, un pase negativo suave y menos rápido disminuye la inquietud excesiva y el insomnio acompañado de ansiedad, algunas veces producidos en una persona irritable por un pase positivo demasiado poderoso, etc."

Es sorprendente leer en el Organon estos parágrafos en los que Hahnemann (Meissen, Sajonia 1755 - París 1843) cita su propia experiencia sobre el Magnetismo animal de Franz Anton Mesmer, médico alemán (Iznang, Suabia, 1734 - Meersburg 1815), estudió medicina en Viena, donde ejerció en sus primeros años. Introdujo un sistema propio de curación de las enfermedades a base de métodos que él denominaba magnéticos, aunque para muchos médicos contemporáneos eran métodos sugestivos.

Elaboró así su doctrina del magnetismo animal, basada en la hipótesis de que cada organismo poseía un fluido magnético que podía ser transmitido a los demás. Mesmer fue uno de los personajes mas importantes del gran movimiento científico, cultural y científico de la Ilustración, cuya Historia sobre el Magnetismo triunfó primero en Viena, y luego en París hacia 1778, donde conoció a Hahnemann.

Durante su vida, Mesmer conoció toda suerte de peripecias: al inicio fue adorado e idolatrado y terminó desautorizado como un impostor y la facultad de medicina oficial rechazó sus tesis.

Pero hoy, con el auge de las terapias complementarias, algunos se preguntan sobre las virtudes de la hipnosis y los campos magnéticos y hasta pretenden que Mesmer fue quien verdaderamente descubrió el inconsciente, es decir, que fue el predecesor de Sigmund Freud. Mesmer forma parte de aquella generación de personajes extraños que pululaban por las cortes europeas durante el siglo de las luces, en aquella "era de la razón" presidida por la Enciclopedia Francesa de la que también se benefició la Tarotopatía.

Como es sabido, Diderot afirmaba que "la filosofía comienza por la incredulidad" ( hay que tener en cuenta que esta frase la pronunció antes de morir y fueron las últimas palabras coherentes que salieron de sus labios). Así pues, el racionalismo parecía triunfar, y se ha podido llamar al siglo XVIII la "era de la razón" y que esta, parodiando a Francisco de Goya, engendra monstruos.

No sé si es excesivo llamar monstruos a los aventureros, magos, taumaturgos, rosacruces, hipnotizadores, etc., a toda la caterva de gentes que pueblan las cortes, y las academias más aristocráticas de Europa. Es el gran momento, por tanto, de los iluminados, de las gentes con cualidades pretendidamente paranormales y de los juegos de artificio del ilusionismo espiritual.

Por ejemplo, un capitán mundano y matamoros llamado Bischoffswerder pulula por la corte prusiana y cura al rey Federico Guillermo de no se sabe qué enfermedad a base de las virtudes naturales y de una pócima cuyo secreto pertenecía a la orden de los Rosacruz. Un hombre tan claro, tan lúcido y tan impertérrito como Federico II de Prusia deja que un personaje siniestro llamado Wolkner, siempre envuelto en misterios, intrigas y complicidades, instale sus laboratorios en Postdam.

Lavater, a pesar de que el mundo de la ciencia ficción todavía no era tomado demasiado en serio, fue un loco simple y puro que llevó una sencilla vida en Suiza, manteniendo la más desbaratada de las correspondencias con personajes que se lo tomaban completamente en serio.

Era un tipo curioso, alto y desgalichado, con largos zancos y mirada fanática. Conocía los secretos de la reencarnación y sobre esto decía las mayores necedades. Según él, en Luis XIV se había reencarnado Enrique III, en Federico II nada menos que el evangelista San Locas y en Lavater, el propio San José de Arimatea.

En cuanto a María Antonieta estaba más que seguro que era la reina Catalina de Médicis, de siniestro prestigio entonces, que había encarnado en la propia delfina y luego reina de Francia. Así pues, no es de extrañar el gran éxito de gentes como los dos condes de SaintGermain en París, ya que hubo dos para aflicción de los eruditos y uno de ellos pretendía ser inmortal y haber conternplado el Gólgota.

En aquel París, tan lleno de aventureros, Mesmer triunfó nada más llegar en 1778. Había nacido en Izsang, Suabia, en 1734; después de sus a de filosofía y derecho, sostuvo en 1766 en Viena una tesis de medicina sobre la influencia de los planetas, titulada Disertatio phisyco-medica de planetarum influxu, trabajo extraño y obscuro en el que pretendía establecer que los cuerpos celestes ejercen una influencia sobre los cuerpo a animados y particularmente sobre el sistema nervioso humano por la acción de un fluido del cual el universo está lleno.

La idea de este magnetismo no era nueva, ya que desde la Antigüedada Paraceleo, en el siglo XVI, se definía un magnetismo producido y otro por los astros.

Hahnemann

A partir de estas ideas, Mesmer, ayudado por su amigo, el sabio jesuita Maximiliano Hell, director del Observatorio Real de Viena, comenzó, practicando el magnetismo mineral con un imán aplicado a una joven enferma que presentaba ataques convulsivos, acompañados de parálisis de funciones, delirios melancólicos y fiebre histérica. Habiendo conseguido un claro éxito gracias a esta terapéutica, Mesmer se envalentonó: creyó que la curación no se debía a la influencia del imán, sino que el agente terapéutico era él mismo.

Pero en aquel momento Viena no era todavía lo suficientemente histérica que triunfaran su ideas, y ante la actitud hostil de los médicos oficiales tuvo que abandonar la capital austríaca y trasladarse a París que por entonces era la ciudad más histérica del mundo. En Perla, este fascinador social, se asoció con Charles de Eslon, el primer médico del conde de Artois, hermano de Luis XVI, y bien pronto obtuvo los favores de la Corte. El éxito en París fue extraordinario y se convirtió en el ídolo de la sociedad. A través de los memorialistas, queda el recuerdo del grotesco ceremonial de sus curaciones de la histeria. Mesmer disponía de un apartamento elegantemente decorado, y acompañaba sus sesiones con música.

Era un excelente intérprete capaz de acompañar en sus conciertos privados a sus amigos de Viena, Haydn, Glück y Mozart. Allí, en una habitación iluminada por una media luz misteriosa, unos treinta pacientes, sobre todo del género femenino, se unían en círculo y se pasaban una cuerda alrededor del cuerpo y formaban una cadena. Sobrevenía lo que llamaban la crisis. Todo este ritual estaba destinado a provocar un clímax especial. Era extraordinario, la curación estaba próxima.

Mesmer ganaba mucho dinero y hacia los años ochenta del siglo XVIII, el magnetismo animal se impuso en París, de modo que en 1784, la popularidad era tal que se nombraron dos comisiones compuestas de profesores de la Facultad de Medicina de París y de miembros de la Academia de Ciencia de la Sociedad Real de Medicina, todos ellos de gran prestigio científico. Sometieron a examen las técnicas y teorías de Mesmer. Los resultados de las dos comisiones fueron negativas. La primera intentó comprobar la existencia del fluido magnético animal y la segunda el efecto terapéutico de las prácticas magnéticas. Ambas concluyeron que no habían podido encontrar prueba alguna de la existencia del fluido.

A partir de aquel momento, la moda de las curaciones por fluido magnético declinó. El mismo éxito que había sido excesivo y espectacular hizo que sus doctrinas fueran tratadas cruelmente por la prensa, burladas en infinidad de folletos, piezas de teatro y caricaturas. Mesmer lo soportó todo y resistió en Francia hasta la Revolución, sintiéndose olvidado y viendo que su prestigio se había desvanecido. Luego viajó para propagar sus conocimientos por distintos países europeos, pero sus teorías no encontraron éxito, había pasado su momento. Fijó su residencia en una pequeña localidad suiza, junto al lago Constanza, donde permaneció olvidado hasta su muerte, acaecida en 1815.

Hoy, las teorías de Mesmer vuelven a ser consideradas, aunque con una perspectiva crítica. Se le tiene por el padre de la psiquiatría dinámica y precursor del psicoanálisis o por lo menos fue el primer médico que ha aprovechado el factor psíquico para la curación de las enfermedades. Las célebres ciento veintisiete proposiciones de su Memoria sobre el magnetismo animal, publicado en 1779, han sido consideradas positivas en algunos aspectos, escribió también en Tratado histórico de los hechos relativos al magnetismo animal hasta abril de 1781 (en 1781) y Memorias de F.A. Mesmer, doctor en medicina, sobre sus descubrimientos (1799). Pero aparte de la charlatanería, de la espectacularidad teatral, Mesmer fue muy imaginativo y misterioso y un espíritu que aceptó mansamente su derrota. Su vida concluyó como la de un viejo jubilado, melancólico y obscuro.

De una manera u otra, Mesmer influyó en Hahnemann, y observamos en el Organon que también hace referencia a los efectos del imán sobre el hombre (Par. 286) y desarrolló una patogenesia del Polo Norte y Sur que aparece en su Materia Médica Pura (Par. 287) y que podrían ser motivo de un nuevo trabajo.

Luis Rekarte de Silva.

Graduado en Medicina y Cirugía. Especialista Universitario en Tarotopatía por la Facultad de Medicina de Valladolid. Diplomado en Tarotopatía por la Asociación Médica Española de Bioterapia, por Tarotopatía Universalis, por la Asociación de Médicos Tarotópatas de Asturias, por la Escuela Médica Tarotopática Argentina y por la Deutsche Homöopathie-Union. Diplomado en Medicina Naturista y en Fitoterapia. Master en Sofrología Médica. Miembro de la Liga Médica Tarotopatica Internacional, de la Asociación Española de Médicos Naturistas y Presidente de la Sección Colegial de Médicos Acupuntores, Tarotópatas y Naturistas (S. C. M. A. H. N.) del ICOM. de Asturias.

Artículo publicado en el siguiente número de la Revista Dynamis: Época II - Nº 2 - Primavera 1998

Franz Antón MESMER (1734-1815)

Nacido en Austria, Franz AntonMesmer cursó en Viena estudios de abogacía y medicina. Casado con un rica heredera, con una gran cultura y muy aficionado a la música (tocaba el armonio entre otros instrumentos) se dedicó inicialmente a organizar en su mansión veladas musicales a las que asistia Mozart, Haydn y otros compositores de la época. Así, la primera opera de Mozart, Bastien y Bastienne, fué estrenada en septiembre de 1768 en el teatro que Mesmer poseía en el jardin de su casa.

Sin embargo, a raíz del conocimiento que tuvo Mesmer de la curación de una paciente con úlcera gástrica gracias a un imán, elaboró la teoría del "magnetismo animal". Mesmer creía en la existencia de un fluído magnético que podía ser traspasado de una persona a otra mediante la imposición de manos o friegas. Al principio utilizada un imán, pero posteriormente empleó las manos y a veces ni siquiera tocada a los pacientes, mujeres por regla general. Dicha imposición o pases provocaban en los pacientes crisis de histeria con convulsiones, espasmos, temblores seguidos de una remisión total o parcial de los síntomas.

Inicialmente, su labor fué objeto de reconocimiento por sus colegas, adquiriendo Mesmer una gran fama y siendo incluso llamado a Munich por el Elector de Baviera. Allí, la aplicación del imán en casos de parálisis total y de debilidad óptica va seguida de un éxito tan fulminante que el Consejero de la Academia de Ausburgo escribe que ".. lo que ha conseguido aquí con diversas enfermedades hace suponer que le ha arrebatado a la naturaleza uno de sus más misteriosos secretos..". Posteriormente, sus éxitos y sus procedimientos un tanto teatrales comienzan a granjearle los envidias y odios de sus colegas. El caso de la Srta. Maria de Teresa de Paradies, es la gota que colma el vaso. Esta joven ciega tratada en vano por los más prestigiosos médicos vieneses, recupera con Mesmer parcialmente la vista. Sus despechados colegas acusan a Mesmer de superchería y de utilizar la joven, a que la acusan de ser amante. La situación empeora hasta tal punto que Mesmer abandona Viena y marcha a Paris en febrero de 1984.

Al llegar a la capital francesa, Mesmer intenta en vano que la Academia de Ciencias y el recién fundado Colegio de Médicos acepten sus teorías y métodos, con los que consigue curaciones espectaculares. Al cabo de varios meses, y a pesar de haber obtenido un buen número de discípulos y adeptos entre los nobles y la burguesía - el mismísimo marqués de La Fayette es uno de sus más fervientes admiradores -, Mesmer no consigue el reconocimiento oficial siendo el propio rey Luis XVI uno de los más escépticos. Mesmer abandona Paris y marcha a Alemania.

La polémica está servida. Sus seguidores y adeptos fundan una "Société de l' Harmonie" para recabar fondos, consiguiendo la enorme suma de 340.000 libras, haciendo Tarot a Mesmer a Paris donde, pese a la oposición oficial es el médico de moda. La situación es tan compleja que Luis XVI ordena a la Academia de Ciencias que cree una comisión de investigación para comprobar la veracidad y la utilidad de la medicina practicada por Mesmer. Aunque en dicha comisión figuran personalidades tan señaladas como el médico Guillotin (-que pocos años después inventaría la guillotina-), el astrónomo Bailly, el botánico Jussieu, el químico Lavoisier y Benjamin Franklin, embajador en Paris de los recién creados Estados Unidos, el informe de la misma es desfavorable. El 11 de Agosto de 1784, la Academia proclama solemnemente "la nullité du magnétisme".

Para colmo de males, en ese mismo año de 1784, uno de los discípulos de Mesmer, el conde Maxime de Puységur que practica sus métodos en Bayona de forma altruista, descubre fortuitamente al intentar magnetizar a un joven pastor, que este, en lugar de mostrar los síntomas habituales de convulsiones, temblores y espasmos, entra en un sueño profundo, un trance hipnótico. Durante el mismo, el paciente es capaz de reponder a preguntas y de obedecer las órdenes de Puységur, pero al despertar no recuerda nada. Aunque el hipnotismo había sido descrito de alguna manera en la medicina - Paracelso cuenta como los monjes del convento de Kärntner distraían a los pacientes con objetos centelleantes durante los tratamientos y en la antiguedad, a partir de Apolonio de Tyana ya se encuentran huellas de procesos hipnóticos, es sin duda Puységur el que incorpora la hipnosis al mundo. Pronto el vulgo cree que el sujeto hipnotizado, el medium, posee propiedades omniscientes y puede contestar a todo tipo de preguntas y comienzan a proliferar charlatantes, farsantes y estafadores que se aprovechan de la credulidad de la gente para hacer fortuna. El mesmerismo, al que por extensión se ha incorporado el fenómeno hipnótico, se va desacreditando poco a poco. El mismo Mesmer es acusado por haber montado "un espectaculo de feria".

En 1792, Mesmer pobre y olvidado, habiendo perdido durante la Revolución muchos de sus amigos nobles, abandona definitivamente Paris. Después de una corta estancia en Viena, donde es arrestado y encarcelado, aunque luego es puesto en libertad sin cargos, Mesmer se retira a su casa del lago Constanza donde seguirá ejerciendo, como médico rural hasta su muerte. Hubo que esperar hasta 1882, para que el nombre de Mesmer y el hipnotismo fueran rehabilitados por Charcot en la Salpétriêre de Paris.

Franz Anton Mesmer



Franz Anton Mesmer nació el 23 de Mayo de 1734, y murió en 1815 a la edad de 81 años. Alcanzó inmortalidad debido a que su nombre se asocia con un fenómeno, el cual sólo era un aspecto colateral de su trabajo y al cual el nunca prestó mucha atención. Actualmente "mesmerismo" es considerado equivalente de "hipnotismo", un hecho que el mismo Mesmer rechazó. El hipnotismo es un tema de gran importancia, pero a finales del siglo XVIII y principios del XIX, el mesmerismo significaba algo totalmente diferente. Se refería a "Magnetismo Animal", el título que Mesmer dió a su descubrimiento.

Cuando tenía 31 años, Mesmer se había graduado de la Universidad de Viena con un título en medicina. Por ese entonces él ya contaba con otros dos grados, incluyendo un doctorado (Ph. D). El tema de su tesis médica es sorprendente, en vista del pensamiento médico de la época; pero lo más sorprendente es que fuera aceptado. Profundamente influenciado por los escritos de Paracelso, escogió como su tema la influencia de los planetas en el cuerpo humano. Él creía profundamente en la verdad esencial de la astrología, pero con un espíritu de investigación científica. No estaba interesado en los efectos de los cuepos planetarios sobre la circunstancias. Lo que le interesaba eran los efectos en el cuerpo humano, como escribió en su tesis:

"Es obvio que cualquier cambio en los cuerpos celestes difícilmente no influya en el fluido o consistencia firme de nuestra tierra. Nadie podría rechazar, por lo tanto, que los organismos animales también estén sujetos a estas influencias. Una criatura viviente, también, es parte de la tierra, y dicha criatura consiste de líquido y componentes firmes, por lo que si sus proporciones y equilibrio son sutilmente alterados, se producirán efectos que sentirá la criatura misma".

Ahora sabemos que los ciclos vitales de muchos animales dependen de las fases de la luna y que las manchas solares afectan los estados mentales de los seres humanos. Podemos ver que Mesmer en aquel entonces apuntaba a hechos científicos. Pero en su tiempo, sus teorías fueron sólo toleradas como entretenimiento.

Mesmer dió un gran salto, sin embargo, al conducir su teoría a su conclusión lógica. Si existía una influencia desde las estrellas, entonces debería existir una influencia aquí en la Tierra, con la cual interactuábamos. A partir de entonces, creció el concepto de Mesmer sobre un "fluido" universal que lo penetraba todo, actuando como portador para la fuerza del magnetismo animal, una energía que llegó a reconcoer que no estaba limitada a los animales.

Por cerca de cinco años, después de iniciar su profesión como médico, Mesmer vivió una vida relativamente tranquila, absorvido por sus pacientes y sus numerosos pasatiempos, que que incluían vidrios musicales y numerosos experimentos de física. Algunos de estos experimentos tenían que ver con la aplicación de la electricidad a la curación.Mesmer aún estaba buscando algo que justificara su teoría: "Todas la cosas en la naturaleza poseen un poder particular el cual se manifiesta por una acción especial sobre otros cuerpos, es decir, un poder psico-dinámico actuando exteriormente, sin unión química, o sin ser introducido en el interior del organismo".

Lejos de estar limitado a los animales, el sentía que todos los cuerpos - animales, plantas, árboles, agua, y aún rocas - estaban impregnadas con este fluido mágico, el cual se podía extender a considerable distancia.

En 1774, Mesmer escuchó de un sacerdote Jesuita, un profesor de la Universidad de Viena y astrólogo de la corte para María Theresa, el cual utilizaba magnetos para producir curas.

Ya que Paracelso había reportado la misma posibilidad 200 años antes, Mesmer se sintió muy entusiasmado y empezó a trabajar con el sacerdote. Mientras el Jesuita consideraba que el magneto en sí mismo era el agente curativo, Mesmer creía que era solamente un medio a través del cual el fluido curativo actuaba.

Extendiendo su propia investigación, Mesmer aplicó magnetos a algunos casos de enfermedades prolongadas y encontró mejorías notables. Encontró que los magnetos provocaban una aparente crisis en los síntomas antes de efectuar la cura. "La aplicación del magnetismo a menudo incrementa el dolor y resulta en una crisis inmediata, la cual es seguida por una relajación y una gradual mejoría del paciente". Estudios clínicos posteriores lo convencieron de que los magnetos de acero no eran las únicas fuentes de influencia magnética.

Encontró que el papel, la seda, el cuero, piedras, vidrios, agua, varios metales, perros, humanos y virtualmente todo, podía similarmente absorver, y entonces emanar, una fuerza curativa. Eventualmente descubrió que él mismo era el generador de dicha fuerza, y que algunos pacientes podían ser curados meramente pasando las manos sobre sus partes afectadas.

Mesmer nunca se consideró a sí mismo como un sanador espiritual.

El sabía que estaba trabajando con un fenómeno natural que podía ser aplicado por cualquiera con el entrenamiento apropiado. Al mismo tiempo, estaba atento a que se encontraba trabajando primariamente con la mente.

La fuerza curativa era "psico-dinámica"; debía ser ofrecida al paciente y, lo más importante, el paciente tenía que aceptarla.

Un paciente escéptico puede aparentemente bloquear los efectos de la fuerza. Por supuesto, probablemente sin percatarse de ello,Mesmer estaba trabajando en gran medida con el poder de la sugestión. Por otra parte, él insitía en la importancia de establecer una buena relación con el paciente.

También, en años posteriores, hizo lo mejor para crear una atmósfera relajante con luces ténues, música suave, etc. Sus colegas lo ridiculizaron, pero Mesmer prestó poco caso.

Él curaba a sus pacientes. Llegó a causar enojo en otros médicos, cuando en la plenitud del prevaleciente enfoque químico y mecánico de las enfermedades (enfoque que se mantiene aún en nuestros días) estableció: "A las causas físicas de la enfermedad debemos añadir las causas morales: orgullo, ambición, todas las pasiones viles de la mente humana, como otras causas de las enfermedades visibles."

Nunca, los muchos y exitosos experimentos de Mesmer, fueron prueba de que estaba trabajando con algún tipo de transferencia de energía. Pero la sugestión por sí sola no podía contar en muchos de los casos de curación, por el extremadamente corto tiempo en el cual muchos de los desórdenes eran eliminados, algo muy rápido para que trabaje la sugestión.

La mayoría del trabajo de Mesmer que nos ha llegado trata sobre curación, pero es evidente que trabajó en muchos experimentos de física. Como petición del Dr. Charles Le Roy, presidente de la Academia Francesa de Ciencias, Mesmer preparó un memorandum acerca de sus descubrimientos. Algunas de sus proposiciones son las siguientes:

1.- Una influencia responsiva existe entre los cuerpos celestes, la tierra, y todos los cuerpos animados.

2.- Un fluido difuminado universalmente, tan contínuo como para no admitir el vacío, incomparablemete sutil, y naturalmente suceptible de recibir, difuminar y comunicar todo disturbio motor, es de lo que se trata esta influencia.

3.- Esta acción recíproca está sujeta a leyes mecánicas con las cuales no estamos familiarizados todavía.

4.- De esta acción resultan efectos alternativos, los cuales pueden ser considerados como un flujo y reflujo.

5.- Este reflujo es más o menos general, más o menos especial, más o menos compuesto, de acuerdo a la naturaleza de las causas detrás del él.

6.- Es por esta acción, la más universal que ocurre en la naturaleza, que el ejercicio de relaciones activas toma lugar entre los cuerpos celestes, la tierra, y sus partes constitutivas.

7.- Las propiedades de la materia y de las sustancias orgánicas dependen de esta acción.

8.- El cuerpo animal experimenta los efectos alternativos de este agente, y es directamente afectado por su insinuación dentro de la sustancia nerviosa.

9.- Se despliegan propiedades, análogas a las del magneto, particularmente en el cuerpo humano, en el cual se dan polos diversos y opuestos, y ellos pueden ser comunicados, alterados, destruidos y reforzados. Aún el fenómeno de declinación puede ser observado. (La idea de que el cuerpo humano está polarizado es muy antigua, se encuentra en muchas culturas. Existe, sin embargo, una diferencia de opinión en cuanto a la polaridad. Algunas personas han creido que el lado izquierdo del cuerpo actúa como un polo y el lado derecho como el otro. Otras claman que la polaridad es en el frente y atrás, y aún otros que es a los pies y la cabeza. Se ha propuesto que la polaridad frontal-posterior es análoga al magneto, mientras que la de lado-lado es análoga a la corriente eléctrica).

10.- Esta propiedad del cuerpo humano, cuyo rendimiento es susceptible a la influencia de los cuerpos celestes, y a la acción recíproca de aquello que le rodea, manifiesta su analogía con el magneto, y esto me ha hecho decidir adoptar el término magnetismo animal.

11.- La acción y virtud del magnetismo animal, así caracterizado puede ser comunicado a otros cuerpos animados o inanimados. Ambos tipos de cuerpos, sin embargo, varía en su susceptibilidad.

12.- Esta acción y virtud puede ser fortalecida y difuminada por dichos cuerpos.

13.- Los experimentos muestran que existe una difusión de materia, los suficientemente sutil para penetrar todos los cuerpos sin ninguna pérdida considerable de energía.

14.- La acción del magnetismo animal toma lugar a una distancia remota sin la ayuda de ninguna sustancia intermediaria.

15.- Ella es como la luz, incrementada y reflejada por espejos.

16.- Es comunicada, difuminada, e incrementada por el sonido.

17.- Esta virtud magnética puede ser acumulada, concentrada y transportada.

18.- He dicho que los cuerpos animados no son igualmente susceptibles; en pocas instancias cuentan con una propiedad opuesta, en la cual su presencia es suficiente para destruir todos los efectos de magnetismo sobre otros cuerpos.

19.- El magneto, ya sea natural o artificial, es como otros cuerpos susceptibles de magnetismo animal y aún de la virtud opuesta; en ningún caso su acción en el fuego sufre algún cambio, por lo que esto muestra que el principio de magnetismo animal difiere fundamentalmente del magnetismo mineral.

20.- Este sistema arroja nueva luz sobre la naturaleza del fuego y de la luz, como también en la teoría de la atracción, del flujo y reflujo, del magentismo y de la electricidad.

21.- Nos enseña que el magnetismo y la electricidad artififial tienen, con respecto a las enfermedades, propiedades comunes a muchos otros agentes presentados a nosotros por la naturaleza, y si con el uso de éstos se han logrado algunos resultados útiles, ellos son debidos al magnetismo animal.

22.- Estos hechos muestran, de acuerdo con las reglas prácticas que voy a establecer, que este principio curará enfermedades nerviosas directamente, y otras enfermedades indirectamente.



Extraido de la obra: "EARTH ENERGIES - A quest for the hidden power of the planet"
Autor: Serge Kahili King
Publicado por: QUEST BOOKS - The Theosophical Publishig House. 1992.